Page 145 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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creciente rapidez. Sin mirar al gato, Scott continuó
fuertemente agarrado hasta que la paja se encontró
a un metro y medio del suelo. Entonces saltó.
Al aterrizar, dio una voltereta. Detrás suyo, el
gato se deslizó hacia adelante, gruñendo.
«¡Levántate!», le gritó su mente. Tocó el suelo con
los pies y se dio impulso, cayendo hacia adelante.
Al resbalar sobre las rodillas, el gato dio un
salto, con las dos grandes patas colgando a ambos
lados de su cuerpo, y levantando chispas del
cemento con las uñas. Tenía la boca abierta, como
una cueva de cimitarras y vientos calientes.
Cuando retrocedía hacia el escalón, Scott sintió
que el rollo de hilo se deslizaba de su hombro.
Cogiéndolo, lo tiró a la boca del gato y el animal
saltó hacia atrás, escupiendo y haciendo arcadas.
Separándose del escalón, Scott corrió a la colina de
piedras y se introdujo en una cueva.
Al cabo de un segundo, una de las patas del gato
rascaba por el lugar donde él había entrado. Una de
las piedras se desplomó. Scott se arrastró hasta el
fondo de la cueva y penetró en un túnel lateral
cuando el gato empezaba a rascar furiosamente las
piedras.
—¡Eh, gatito!
Scott se detuvo bruscamente, con la cabeza
agachada, al oír la atronadora voz.
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