Page 148 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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El gigante se había ido. El gato también. La tapa
del calentador volvía a estar en su sitio. Todo era
igual que antes; los objetos amontonados, el pesado
silencio, la gran inmensidad que le rodeaba. Su
mirada avanzó lentamente hacia los escalones y
subió por ellos. La puerta estaba cerrada.
Se la quedó mirando y se sintió completamente
desprovisto de cualquier deseo. Había luchado en
vano una vez más. Todo el acarreo de piedras, los
interminables paseos y ascensiones a través de
negros túneles habían sido en vano.
Sus ojos se cerraron. Se balanceó débilmente
sobre la colina de rocas, incapaz de pensar en nada.
Todo pareció girar; sus manos, brazos, piernas y
tronco. En su interior también, en su garganta,
pecho y estómago. Tenía un insoportable dolor de
cabeza. No sabía si tenía hambre o sentía náuseas.
Las manos le temblaban.
Se arrastró hasta el calentador.
El dedal se había volcado. Bebió las pocas gotas
que quedaban en él como un animal sediento,
aprovechando incluso las que logró absorber de las
hendiduras. Le dolió la garganta al tragar.
Cuando hubo terminado el agua, trepó con
lentos y cansados movimientos a la plataforma de
cemento. El lugar donde solía dormir estaba
totalmente arrasado, y la esponja, el pañuelo, el
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