Page 150 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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una trinchera, aun sabiendo que eso podía
significar su muerte…, pero estaba demasiado
cansado.
Caminó pesadamente a lo largo de la repisa
hasta llegar a una zona amurallada. Entonces se
encaramó a la pared y se tendió en la oscuridad,
apoyando la cabeza en un clavo.
Estaba echado de espaldas, respirando
lentamente, casi incapaz de reunir la fuerza
suficiente para llenar los pulmones de aire. Y pensó:
«Hombrecito, ¿qué harás ahora?».
Entonces se le ocurrió que, en vez de luchar con
las piedras y la paja, hubiera podido limitarse a
trepar a la vuelta de los pantalones del gigante y
dejarse sacar del sótano en un momento. La única
indicación de la furia que sintió contra sí mismo fue
un súbito arrugarse de la piel alrededor de sus ojos
cerrados, un sonido ahogado que se escapó a través
de los dientes apretados. ¡Tonto! Incluso el
pensamiento le supuso un gran esfuerzo.
Su cara se relajó nuevamente, y se convirtió en
una máscara de numerosas lineas.
Otra pregunta: ¿por qué no había tratado de
comunicarse con el gigante? Era extraño, pero este
pensamiento no le encolerizó. Se trataba de algo tan
raro que sólo le sorprendió. ¿Se debía quizá a su
pequeño tamaño, a que creía pertenecer a otro
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