Page 350 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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duchando.  Salió  del  establo  y,  atravesando  el


            crujiente glaciar de algodón que había debajo del


            árbol de Navidad, se dirigió hacia la puerta.


                   —¡Beth!  —llamó,  acordándose  en  aquel


            momento  de  que  estaba  jugando  en  el  patio.


            Murmuró con irritación y echó a correr a través de


            la  alfombra  y  la  gran  extensión  de  linóleo  verde.



            Quizá pudiera cerrarla él mismo.


                   Apenas  había  llegado  a  la  puerta  cuando  un


            gutural rugido sonó detrás de él.


                   Girando sobre sus talones vio al gato junto al


            fregadero, con la cabeza recién alzada de un plato


            de leche y el pelaje húmedo y despeinado. Sintió


            una dolorosa contracción en el estómago.


                   —Fuera de aquí —dijo. El animal enderezó las


            orejas—. Fuera de aquí —repitió, en voz más alta.



            Otro gruñido se escapó de la garganta del gato, al


            tiempo  que  adelantaba  una  pata,  con  las  uñas


            extendidas.


                   —¡Fuera de aquí! —chilló, retrocediendo, con el


            helado  viento  a  la  espalda  y  los  copos  de  nieve


            sobre la cabeza y los hombros.


                   El  gato  dio  unos  pasos  hacia  delante  con  la



            misma suavidad con que se desliza la mantequilla


            sobre  una  tostada,  la  boca  abierta  y  los  afilados


            dientes al descubierto.


                   En  aquel  momento,  Beth  entró  por  la  puerta






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