Page 353 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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que no podía llegar al porche delantero?
Pero comprendió que ésa era su única
oportunidad, y que debía decidirse pronto. No
tenía ninguna garantía de que notaran en seguida
su ausencia. Si se quedaba en el porche trasero, Lou
podría encontrarle a tiempo. Pero también podía no
ser así.
Sin que los dientes dejaran de castañetearle un
solo momento, se acercó al borde del porche y saltó
el primer escalón. La nieve amontonada suavizó su
caída. Resbaló un poco, recuperó el equilibrio y se
aproximó al borde. Volvió a saltar.
Sus pies se deslizaron bajo su cuerpo y cayó de
bruces. Los brazos se le hundieron en la nieve hasta
la altura de los hombros y se golpeó la cara contra
su entumecedora frialdad. Se incorporó, jadeante, y
logró ponerse en pie con un brusco movimiento,
tras lo cual se frotó la cara como si la tuviera llena
de arañas congeladas.
No había tiempo que perder. Se dirigió con
rapidez hacia el borde del escalón, teniendo
extremo cuidado al pisar. Se detuvo un momento
junto al borde para mirar abajo y, tras aspirar
profundamente, saltó.
Volvió a resbalar, agitando los brazos en el aire.
Se deslizó hasta el borde lateral del escalón, se
mantuvo un instante allí y se encontró volando en
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