Page 360 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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mandíbulas  incrementaba  su  terrible  dolor  de


            cabeza. Abrió la boca y decidió permanecer sentado


            hasta que disminuyera.


                   Pero  cuando  al  rato  se  puso  en  pie,  volvió  a


            sentirlo. Apretó la palma de la mano sobre la pared


            del siguiente escalón y se apoyó en ella, mientras el


            sótano se desdibujaba ante sus ojos como si lo viese



            a través de una lente de agua. Tardó un rato en ver


            los objetos con claridad.


                   Se levantó y lanzó un silbido al descubrir que


            volvía  a  tener  la  rodilla  hinchada.  Se  la  examinó


            detenidamente, acordándose de que era la misma


            pierna  que  había  soportado  su  caída  cuando  se


            introdujo por primera vez en el sótano. Le extrañó


            no haber relacionado antes ambas cosas, pero ésa


            era  indudablemente  la  razón  por  la  cual  aquella



            pierna se resentía en seguida.


                   Se acordó de cuando estaba tendido en la arena,


            con la pierna doblada bajo su cuerpo, oyendo los


            gritos  de  Lou  que  le  llamaba.  Era  de  noche;  el


            sótano estaba a oscuras y hacía frío. El viento había


            impulsado el níveo confeti a través del cristal roto.


            Él  sentía  que  se  deslizaba  sobre  su  cara  como  la



            tímida caricia de una fantasmal criatura. Y, aunque


            contestó a sus llamadas una y otra vez, ella no le


            oyó. Ni siquiera cuando ella bajó al sótano y, sin


            poder moverse, había permanecido en aquel mismo






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