Page 361 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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lugar gritando su nombre.


                   Se  acercó  con  lentitud  al  borde  del  escalón,  y


            contempló  la  caída  de  treinta  metros  que  había


            hasta el suelo. Una distancia terrible. ¿Debía bajar


            laboriosamente  por  las  grietas  de  mortero  de  la


            chimenea o…?


                   Bruscamente, saltó.



                   Aterrizó  de  pie.  Su  rodilla  pareció  explotar,  y


            una  porra  de  afilados  cantos  se  abatió  sobre  su


            cabeza  cuando  cayó  hacia  delante.  Pero  eso  fue


            todo.  Ligeramente  aturdido,  se  sentó  en  el  suelo,


            sonriendo con tristeza a pesar del dolor. Era una


            verdadera  suerte  haber  descubierto  que  podía


            saltar desde grandes alturas sin hacerse daño. De lo


            contrario, habría tenido que bajar por la rajadura, y


            perder mucho tiempo. La sonrisa se desvaneció. Se



            quedó  observando  melancólicamente  el  suelo.  El


            tiempo  ya  no  podía  perderse,  porque  tampoco


            podía ahorrarse. Ya no era una cosa que pudiera


            malgastarse  o  acumularse.  Había  perdido  todo


            valor.


                   Se puso en pie y empezó a andar, arrastrando


            pesadamente los pies sobre el frío cemento. Tendría



            que haberse puesto los zapatos de esponja, pensó.


            Después se encogió de hombros con indiferencia.


            De todos modos, ¿acaso importaba algo?


                   Bebió  un  trago  del  interior  de  la  manguera  y






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