Page 44 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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superficie de la mesa, treinta metros por encima de
su cabeza.
Vamos —murmuró entonces para sí—. Vamos,
vamos, vamos, vamos.
Se puso en pie. Aspirando profundamente, tiró
el pedazo de madera al siguiente lugar donde se
unían la pata y la tira.
Tuvo que apartarse de un salto cuando el tiro
falló, y la barra de madera cayó sobre él. Su pierna
derecha se deslizó por un hueco de la celosía, y tuvo
que agarrarse a las piezas transversales para no
estrellarse contra el suelo.
Estuvo así un largo minuto, con una pierna
colgando en el aire. Después, gimiendo, se
enderezó nuevamente, mientras sentía un gran
dolor en los músculos de la pierna derecha. Se le
ocurrió que debía tener alguna luxación. Apretó los
dientes y exhaló un profundo suspiro. Garganta
inflamada, pierna dislocada, hambre, cansancio…
¿Qué vendría después?
Al cabo de doce tiros y un supremo esfuerzo, la
barra de madera se introdujo en la abertura
deseada. Una vez hubo estirado el hilo al máximo,
se dispuso a trepar los diez metros restantes, con los
dientes apretados y la respiración agitada. Hizo
caso omiso del dolor que sintió en los músculos
mientras ascendía; pero cuando llegó a la
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