Page 48 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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gigantescos pasamanos. Ya no necesitaría el hilo.


                   Empezó  a  escalar  la  pendiente  de  setenta


            grados, agarrándose primero a la barra vertical y,


            una vez asido a ella, subiendo lentamente, mientras


            las  sandalias  resbalaban  a  lo  largo  de  la  barra.


            Después  se  agarró  a  la  siguiente  barra  y  se


            encaramó  a  ella.  Al  concentrarse  en  el  penoso



            esfuerzo, se olvidaba de todos sus pensamientos y


            se  hundía  en  la  apatía  mecánica  durante  varios


            minutos, a lo largo los cuales sólo los retortijones


            del  hambre  lograban  recordarle  su  apurada


            situación.


                   Al  fin,  resoplando,  con  la  garganta  seca  e


            irritada a causa de la agitada respiración, llegó al


            término de la pendiente y se sentó entre la barra y


            la  última  tira  vertical,  contemplando  la  gran



            extensión de la tabla de la mesa.


                   Su rostro se contrajo.


                   —No…


                   El murmullo se convirtió en una exclamación de


            desánimo  cuando  sus  ojos  irritados  miraron  en


            torno.  Había  un  espacio  de  noventa  centímetros


            hasta el borde inferior de la mesa. Pero no había allí



            ningún asidero.


                   —¡No!


                   ¿Había recorrido tanto camino para nada? No


            podía creerlo, no quería creerlo. Cerró los ojos. Me






                                                                                                            48
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