Page 45 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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bifurcación, se apuntaló entre la pata de la mesa y


            la tira y se recostó allí, jadeando y con los músculos


            doloridos.


                   Tendré que descansar —se dijo—. No puedo seguir


            adelante. El sótano se hizo borroso ante sus ojos.


                   Fue a visitar a su madre la semana que medía


            un metro cincuenta y nueve. La última vez que la



            había visto, él medía un metro ochenta y dos.


                   El miedo hizo presa en él, más frío que el viento


            invernal, mientras subía por la calle de Brooklyn en


            dirección a la casa de dos pisos en la que vivía su


            madre.  Dos  niños  jugaban a  la pelota en la calle.


            Uno de ellos falló al intentar recoger el tiro del otro.


            La  pelota  botó  hacia  Scott  y  éste  se  agachó  para


            cogerla.


                   El muchacho gritó:



                   —¡Tíramela, chico!


                   Algo parecido a una corriente eléctrica le hizo


            estremecer. Lanzó con fuerza la pelota.


                   El muchacho gritó:


                   —¡Buen tiro, chico!


                   Siguió andando, extremadamente pálido.


                   Y la horrible hora que pasó con su madre. Se



            acordaba  muy  bien.  La  forma  en  que  eludió  lo


            evidente…, hablando de Marty, y Therese, y su hijo,


            Billy;  de  Louise  y  Beth,  de  la  apacible  vida  que


            podía  llevar  gracias  a  los  cheques  mensuales  de






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