Page 53 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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¡Cuidado!


                   La mano que había levantado volvió a caerse y


            se  asió  frenéticamente  a  la  madera.  Empezó  a


            resbalar  hacia  atrás  de  nuevo.  Con  un  último  y


            frenético  impulso,  trató  de  coger  la  vara…  y  sus


            manos se cerraron sobre su helado grosor.


                   Se encaramó, con gran esfuerzo, sobre el borde



            de la mesa. Entonces sus manos soltaron el metal —


            que  era  el  asa  de  un  bote  de  pintura—  y  se


            desplomó pesadamente sobre pecho y estómago.


                   Permaneció largo rato en esta posición, incapaz


            de moverse, temblando con los restos del miedo y


            el esfuerzo, y aspirando grandes bocanadas de aire


            frío. Lo he conseguido —pensó. Esto era todo lo que


            se le ocurría—. ¡Lo he conseguido, lo he conseguido!


                   A  pesar  de  lo  cansado  que  estaba,  este



            pensamiento  le  hizo  experimentar  un  agradable


            sentimiento de orgullo.










































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