Page 51 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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sus brazos. Después, cuidadosamente, con
agonizante lentitud, dio la vuelta sobre la barra
para quedar de cara a los largueros. Una vez hecho
esto, se fue incorporando hasta quedar sentado en
la barra, a la que se asió con fuerza. Se quedó
inmóvil, con los músculos entumecidos por el
cansancio.
El último paso hasta la superficie de la mesa era
el más difícil.
Tendría que ponerse en pie sobre la lisa
superficie circular de la barra y, dando un salto,
lanzar el brazo por encima del borde de la mesa.
Que él supiera, allí no había nada donde sostenerse.
Sería cuestión de presionar la superficie con brazos
y manos de modo que la fuerza de la fricción le
aguantara.
Después tendría que escalar el borde.
Por un momento fue consciente de lo grotesco
del espectáculo…, el desatino de un mundo en el
que podía matarse al intentar subir a la tabla de una
mesa que cualquier hombre normal podría levantar
y llevar con una mano.
No profundizó en la idea. «Olvídalo», se ordenó
a sí mismo.
Aspiró profundamente hasta que el temblor de
sus brazos y piernas disminuyó. Después se fue
poniendo lentamente en cuclillas sobre la pulida
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