Page 56 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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podía estar tan vacío como parecía.
Cuando se sorprendió a sí mismo a punto de
sumirse en reflexiones alimenticias —asados con
salsa, y filetes a la parrilla con guarnición de setas y
patatas— comprendió que era hora de levantarse.
Con un último meneo de los pies calientes, se
destapó y se puso en pie.
Fue entonces cuando reconoció el trapo.
Formaba parte de unas enaguas de Louise, que
ella redujo a pedazos y metió en la caja de trapos
cuando se hicieron viejas. Cogió una esquina y pasó
los dedos por su fina superficie, sintiendo en el
pecho y el estómago una extraña punzada que no
era de hambre.
—Lou —susurró, mirando fijamente la tela que
una vez descansara sobre su cálida y fragante piel.
Tiró bruscamente el trapo, con el rostro
convertido en una máscara. Le dio un puntapié.
Conmovido, se alejó de él, avanzó como un
autómata hacia el borde de la mesa y cogió la
cuerda. Era demasiado gruesa para rodearla con
sus manos; tendría que emplear los brazos.
Afortunadamente, colgaba de tal forma que casi
podría arrastrarse por ella durante el primer tramo.
Tiró de ella con toda la fuerza de que fue capaz,
para ver si era segura. Cedió un poco y después se
tensó. Volvió a estirar. Ésta vez no cedió. Esto
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