Page 57 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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anulaba cualquier posibilidad de obtener la caja de


            galletas sin moverse de allí. La caja estaba encima


            del  serpentín  de  cuerda  que  había  en  la  parte


            superior de la nevera, y él había pensado en la vaga


            posibilidad de bajarla desde allí.


                   —Bueno —dijo.


                   Y,        aspirando                profundamente,                        inició          la



            ascensión.


                   La realizó basándose en el método que emplean


            los nativos de los Mares del Sur para trepar a los


            cocoteros,  con  las  rodillas  en  alto,  el  cuerpo


            arqueado hacia fuera, los pies asidos a la cuerda, los


            brazos  enrollados  en  su  alrededor,  y  los  dedos


            haciendo                    presión.                 Siguió                ascendiendo


            ininterrumpidamente, sin mirar hacia abajo.


                   Jadeó y se asió espasmódicamente a la cuerda al



            resbalar unos milímetros; para él, metros. Después


            se detuvo y permaneció allí temblando, mientras la


            cuerda oscilaba hacia uno y otro lado describiendo


            pequeños  arcos.  Al  cabo  de  unos  momentos  el


            movimiento cesó y pudo trepar nuevamente, esta


            vez con más cuidado.


                   Cinco minutos después llegó a la primera vuelta



            de la cuerda y se encaramó a ella. Como si de un


            columpio se tratara, se sentó allí, bien agarrado, con


            la  espalda  apoyada  en  la  nevera.  Su  superficie


            estaba  fría,  pero  la  túnica  era  lo  bastante  gruesa






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