Page 59 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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había sido algo que debía mantenerse con vida,
nada más —algo para alimentar, vestir, y mantener
caliente—. Su existencia en el sótano, desde aquel
día de invierno, había estado dedicada a una sola
cosa…, sobrevivir. Todos los demás niveles de
deseo habían desaparecido para él.
Ahora acababa de encontrar el fragmento de las
enaguas de Louise y había visto la enorme
fotografía de la mujer. Paseó lentamente los ojos
sobre el gigantesco contorno de su cuerpo —los
altos y abultados arcos de su busto, la suave
elevación de su estómago, sus largas y curvadas
piernas.
No podía apartar los ojos de la mujer. Los rayos
del sol arrancaban reflejos a su cabello castaño.
Incluso le parecía sentir su tacto, suave y sedoso. Le
pareció sentir la perfumada suavidad de la piel y
las curvas de sus piernas, mientras las acariciaba
mentalmente con las manos. Incluso le pareció
sentir la gelatinosa flexibilidad de su pecho, el
dulce sabor de sus labios, el paso por su garganta
del aliento, como vino caliente.
Se estremeció lleno de impotencia, mientras
seguía balanceándose sobre la cuerda.
—¡Oh!, Dios —murmuró—. ¡Oh!, Dios, Dios,
Dios. ¡Había tantas clases de hambre!
1 metro, 24 centímetros.
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