Page 265 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
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La penúltima verdad Philip K. Dick 265
‐Es el mismo hombre que estaba con los dos robots
destruidos ‐observó Cencio‐. Pero el que está con él no es
Lantano, ya que Lantano es un joven de poco más de
veinte años. En cambio, quien le acompaña es un hombre
maduro. Voy a buscar su expediente para mostrárselo.
Salió de la habitación. Webster Foote siguió mirando el
episodio animado: las doce figuras en movimiento, que
caminaban en fila india, el fugado del tanque, que
evidentemente estaba muy cansado, y el hombre que le
acompañaba, que ciertamente era David Lantano. Sin
embargo, como había observado Cencio, parecía un
hombre de edad. Extraño, se dijo Webster Foote. Sin duda
se debe a la radiación. Lo está matando, y así es como se
manifiesta el proceso: como un envejecimiento
prematuro. Lantano haría muy bien en abandonar esa
propiedad antes de que sea demasiado tarde, antes de
alcanzar el umbral crítico.
‐¿Ve usted? ‐dijo Cencio, entrando con el expediente de
Lantano bajo el brazo. Dio las luces de la habitación y
desconectó el proyector‐. Nacido en 2002; por tanto, tiene
veintitrés años. Entonces, ¿cómo es posible que ese
hombre de ahí?... ‐Apagó de nuevo las luces de la
habitación‐. Ese no es David Lantano.
‐¿Entonces quién es? ¿Su padre?
‐Según los datos que figuran en el expediente, su padre
falleció antes de la guerra. ‐Con una lámpara de mano,
Cencio examinó los datos que la empresa había reunido
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