Page 268 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
P. 268
La penúltima verdad Philip K. Dick 268
Creo que sería muy aconsejable tener a Lantano vigilado
constantemente por un monitor de video, a poco que esto
sea posible. ¿Podríamos instalar uno en un robot de su
servicio doméstico? Comprendo que es arriesgado, pero
si él lo descubre no podrá hacer otra cosa sino destruirlo;
no podrá demostrar quién lo implantó en su robot. Y sólo
necesitamos algunas tomas más.
El proyector, entre tanto, había pasado la secuencia
hasta el final; incapaz de seguir adelante, emitió un
zumbido, mientras las figuras volvían a inmovilizarse en
la pantalla. Cencio encendió las luces y ambos empezaron
a pasear por la habitación, para estirar las piernas y
reflexionar.
‐¿Para qué quiere usted esas tomas suplementarias? ‐
preguntó Cencio.
‐Para ver hasta qué grado de vejez llega en sus
variaciones ‐repuso Foote.
‐Quizá lo hemos visto ya.
‐O quizá no. ¿Sabes una cosa? ‐dijo Foote, atendiendo
súbitamente a su intuición extrasensorial, que se
manifestaba de forma arrolladora... nunca la había
notado con tal intensidad‐. Ese hombre no es blanco... es
un negro, un indio o algo parecido.
‐Pero si ya no quedan indios ‐observó Cencio‐.
Acuérdese de aquel artículo que circuló poco antes de la
guerra: el programa para colonizar Marte a base de
minorías étnicas los incluyó prácticamente a todos ellos,
268

