Page 289 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
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La penúltima verdad Philip K. Dick 289
y brillantes como usted, tarde o temprano la Agencia
cometería algún error... el propio Brose cada vez está más
senil, a medida que se deteriora su cerebro; un día u otro
dejará pasar una cinta que contenga un error garrafal.
Algo así como los que contienen los dos Documentales de
Fischer: la llegada del Boeing 707 o José Stalin hablando
en inglés... supongo que usted ya los conoce.
‐Sí ‐repuso Lantano‐. Los conozco. Pero hay más. Sin
embargo, aún no han sido descubiertos. Ambas versiones
están adulteradas por pequeños e insidiosos detalles. Así
que soy esencial para Brose, ¿eh?
Y miró a Adams, esperando que éste prosiguiese.
‐Dígale usted ‐articuló Adams con dificultad, como si le
costara respirar‐ que, si me matan, usted no querrá seguir
ayudando con su talento a la Agencia.
‐¿Y por qué habría de hacer eso?
‐Porque ‐contestó Adams‐ algún día le tocará a usted, si
se permite a Brose continuar eliminándonos
impunemente.
‐¿Por qué cree que Brose eliminó a su amigo Lindblom?
‐Porque debió pensar que el proyecto especial... ‐Adams
se interrumpió y luego guardó silencio, dudando acerca
de lo que debía decir.
‐Todos ustedes cumplieron su misión ‐dijo Lantano‐. Y
a medida que iban terminando, eran eliminados. Arlene
Davidson, después de ultimar sus perfectísimos croquis,
que en realidad no eran croquis, sino soberbios dibujos
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