Page 294 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
P. 294

La penúltima verdad                           Philip K. Dick   294


              ‐Lo siento, Adams ‐le dijo Lantano‐, pero mi entrevista

           con el señor Foote es confidencial. Tendrá usted que irse.


              Con voz temblorosa, Adams le preguntó:

              ‐Pero ¿me ayudará usted o no? ‐se levantó pero no hizo

           gesto  de  irse.  Y  sus  guardianes  humanos  y  mecánicos


           permanecieron  inmóviles,  atentos  a  lo  que  sucedía‐.

           Necesito ayuda, Lantano. No tengo dónde esconderme;

           terminará  por  matarme  porque  dispone  de  esas  armas


           avanzadas. Sólo Dios sabe lo que habrá en esos archivos...

              Dirigió  entonces  una  mirada  de  súplica  y  de  terror  a

           Nicholas, buscando quien quisiera escucharle.


              Dijo entonces Nicholas:

              ‐Yo sé un lugar donde no podrían encontrarle.


              Estaba dando vueltas a aquella idea desde hacía varios

           minutos,  cuando  se  percató  de  lo  grave  que  era  la

           situación de Adams.


              ‐¿Qué lugar es ése? ‐preguntó Adams con ansiedad.

              ‐Un tanque subterráneo.


              Adams  le  miró  con  expresión  demasiado  vacua  y

           confusa para saber cuál era su pensamiento.

              ‐En  mi  propio  tanque ‐dijo  Nicholas,  evitando


           deliberadamente decir su nombre en presencia de tantas

           personas‐.  No  me  costará  localizar  de  nuevo  el  túnel

           vertical.  Como  de  todos  modos  quiero  regresar,  con  el


           artiforg  que  vine  a  buscar  o  sin  él,  usted  podría

           acompañarme.

              Foote terció para decir:




                                                                                                             294
   289   290   291   292   293   294   295   296   297   298   299