Page 298 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
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La penúltima verdad Philip K. Dick 298
Lantano... y de pronto, sin la menor advertencia previa,
sus facultades extrasensoriales se despertaron,
inundando su mente con un presentimiento, y fijó su
mirada en un punto del mapa principal, en una zona
situada cerca de la costa atlántica de Carolina del Norte.
Allí estaba indicada la presencia de tres depósitos de
armas del Ejército, unos almacenes subterráneos
saqueados desde hacía largo tiempo por los robots de
Brose, que se habían llevado todo cuanto contenían de
valor. Así lo indicaban las leyendas. Pero...
La distribución de los arsenales indicaba que habían
sido establecidos para abastecer a unidades tácticas
blindadas de gran movilidad, destinadas probablemente,
o al menos así se previó, a destruir los robots soviéticos
desembarcados por los gigantescos submarinos
transoceánicos que en la década de 1990 fueron
convertidos por la URSS en transportes de tropas. Y en
aquellos días era corriente la distribución cuatripartita de
dichos arsenales: tres de ellos se dedicaban a contener
armas, carburante y piezas de recambio para los tanques
pesados de rexeroide que tenían los Estados Unidos,
capaces de resistir el impacto directo de un cohete tierra‐
tierra con cabeza atómica. Esos tres depósitos eran los que
habían sido excavados. Pero en el mapa no se indicaba el
cuarto depósito subterráneo, que, sin embargo, debió
hallarse a unos ochenta kilómetros a retaguardia; ese
depósito habría contenido las reservas médicas
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