Page 296 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
P. 296
La penúltima verdad Philip K. Dick 296
enemistad no sólo a Brose, sino que se la tenía también a
Lindblom.
Foote le miró de soslayo, preguntándose cómo podría
saber tanto, y se limitó a contestar con un monosílabo:
‐Hum...
‐Es verdad ‐dijo Adams con voz ronca‐. Lo sé porque yo
también suministré la grabación de las ondas alfa al
Megavac 6‐V y éste me dio la misma ficha. Pero David
Lantano ‐e indicó con la cabeza al moreno hombre de
Yance‐ arguye que Brose pudo programar la máquina
sabiendo que ésta sería capturada. Y en efecto, usted la
capturó.
‐Verá ‐dijo Foote con precaución‐, tenemos un objeto, es
cierto, pero aún no hemos logrado abrirlo; el condenado
artefacto resiste a todos nuestros esfuerzos. Suponemos,
en efecto, que es una máquina alemana inventada
durante la guerra, pero ahora ha adoptado su forma de
camuflaje.
No había motivos para ocultarlo, tal como estaban las
cosas; no obstante, y puesto que tanto Joseph Adams
como David Lantano lo sabían, ahora no tendría más
remedio que decírselo a Brose. Y cuanto antes, mejor,
pensó Foote. Brose debe recibir esta noticia de mí y no de
ellos. Lo mejor que puedo hacer es irme de aquí cuanto
antes para subir de nuevo a mi volador, donde podré
comunicarme por vía satélite con Ginebra. Porque si
Brose se entera por ellos y no por mí, mi prestigio sufrirá
296

