Page 337 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
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La penúltima verdad                           Philip K. Dick   337


              Después  de  estas  palabras,  dio  media  vuelta  y  se

           encaminó hacia el volador posado en el suelo.


              Adams le preguntó:

              ‐¿Me permite que le acompañe?

              ‐¿Al tanque?... ‐Nicholas parecía sorprendido, pero ante


           todo preocupado; lo que le inquietaba era su artiforg y la

           misión de llevárselo intacto a su tanque‐. ¿Quiere decir

           que quiere bajar conmigo? ¿Por qué?


              ‐Debo  ocultarme  en  alguna  parte ‐repuso  Adams

           escuetamente.

              Tras una pausa, Nicholas musitó:


              ‐Usted tiene miedo de Lantano.

              ‐En efecto ‐dijo Adams‐, de Lantano y de todos. Han


           matado al único amigo que tenía en este mundo; ahora

           vendrán por mí. Pero si estoy allá abajo, y mientras no

           sepan en qué tanque me oculto, quizá pueda salvarme. A


           menos que me denuncie su comisario político...

              ‐Nuestro comisario político ‐repuso Nicholas fríamente‐


           vino de Estes Park, terminada la guerra. Está enterado de

           todo.  En  consecuencia  a  partir  de  ahora  no  habrá

           comisario político en el Tom Mix. Al menos, él no será.


              Otra muerte en perspectiva, pensó Adams. Y también

           «necesaria», como todas las anteriores; como también iba

           a serlo la suya, llegado el caso. Y con todo... esta ley, esta


           necesidad,  ha  existido  siempre  y  para  todos  los  seres

           vivientes. Lo que ocurría en aquellos momentos era un







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