Page 339 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
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La penúltima verdad Philip K. Dick 339
gustaría tener que compartir el cuarto de baño con los
vecinos. Para él no sería una incomodidad, sino un placer,
porque aquello compensaría los años de soledad como
dóminus de su inmensa y silenciosa mansión, rodeada de
bosque y de la insidiosa niebla del Pacífico.
Los habitantes del tanque no lo entenderían. Quizá les
extrañaría la prontitud con que se adaptaría a aquella
vida confinada... después de haber sido un funcionario
del gobierno de Estes Park, como no tendría más remedio
que confesarles. Al igual que los comisarios políticos, él
descendería a su tanque para compartir sus privaciones
con ellos... o así lo pensaría aquella gente.
¡Qué irónico!
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El volador se elevó en medio de las tinieblas nocturnas
y puso rumbo al noroeste, hacia la zona radiactiva de
Cheyenne. A bordo llevaba solamente dos hombres.
Todos los robots, tanto los de Adams como los de
Lantano, quedaban en tierra para seguir cavando. Adams
se preguntaba si ya habrían empezado a pelearse, si el
resentimiento latente entre ambas facciones habría
estallado ya en lucha abierta. Era muy probable.
Abrir de nuevo el túnel vertical que conducía al Tom
Mix resultó ser un arduo problema. Al amanecer, y
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