Page 350 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
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La penúltima verdad Philip K. Dick 350
ambos. Mientras trabajaban para abrir la boca del túnel,
Adams había apuntado esa posibilidad; un dispositivo
nuevo, resultado de una alianza entre Webster Foote, con
su organización policíaca planetaria, y Louis Runcible
con su gigantesco imperio económico. Que atacaría a la
Agencia y a su ejército de robots, muchos de ellos gatos
viejos y expertos, que habían combatido en la última
guerra y sólo deseaban un pretexto para luchar de
nuevo... ya fuese a las órdenes de Stanton Brose o de
David Lantano.
Abrió la puerta de su cubículo.
‐Hola ‐le dijo ella con voz suave.
‐Hola ‐contestó él erguido en el umbral, confuso, sin
saber si entrar o salir, tratando de interpretar la actitud de
su esposa.
Levantándose, Rita le dijo:
‐Me alegro de que hayas regresado. ¿Cómo estás?
Avanzó hacia él con tanta incertidumbre como la de
Nicholas.
‐A lo que parece no has contraído la peste de la bolsa.
Esto era lo que me daba más miedo, después de todo lo
que he visto y oído en la televisión y de lo que nos dijo
Dale Nunes antes de... desaparecer.
El la abrazó y la apretó contra su pecho.
‐¡Cuánto me alegro, Nick! ‐exclamó Rita, devolviéndole
el abrazo con pasión‐. Hace unos momentos ha habido
llamada general; tenemos que reunirnos todos en el gran
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