Page 351 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
P. 351
La penúltima verdad Philip K. Dick 351
salón ahora mismo para escuchar al Protector, pero yo no
pienso ir... Nunes, como sabes ha muerto, y ahora nadie
puede obligarnos a asistir a esas estúpidas reuniones. Así
que me quedo contigo.
Volvió a abrazarle fuertemente, pero él se separó.
‐¿Qué te pasa? ‐exclamó ella, sorprendida.
‐Me voy a oír al Protector.
Y con dos zancadas se plantó en la puerta. Pero ¿qué
importa eso ahora?...
El ni siquiera le respondió; ya estaba corriendo por el
pasillo hacia la rampa.
Momentos después entró en el gran salón, donde sólo
halló una quinta o sexta parte de los moradores del
tanque. Al ver a Joseph Adams, se dirigió hacia él y tomó
asiento a su lado.
La gigantesca pantalla ya estaba iluminada; unas
pulsaciones recorrían su superficie, pero aún no aparecía
nada.
Adams le informó brevemente:
‐Estamos esperando. El presentador ha pedido perdón
por esta demora ‐tenía el semblante pálido y demudado‐
. El, es decir, Yancy... ha salido un momento, y luego se
ha borrado la imagen. Como si ‐dirigió una significativa
mirada a Nicholas hubieran cortado el cable coaxial.
‐¡Jesús! ‐exclamó Nicholas, y notó que su corazón,
después de un sobresalto, empezaba a latir
351

