Page 71 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
P. 71

La penúltima verdad                           Philip K. Dick   71


           aliviaban y encendió un cigarrillo, poniéndose a pasear

           por la estancia mientras hacia breves gestos afirmativos,


           mostrando  así  su  disposición  a  cooperar  en  aquella

           empresa secreta de carácter vital.

              ‐Sí, señor ‐dijo.


              ‐Supongo que conoce a Louis Runcible.

              ‐El de la constructora, ¿no? ‐dijo Adams.

              ‐Míreme a la cara, Adams.


              Mientras obedecía esta orden, Joseph Adams dijo:

              ‐Precisamente esta mañana he sobrevolado uno de sus

           núcleos de edificación, sus mazmorras.


              ‐Verá ‐dijo Brose‐, ellos eligieron subir, y no era posible

           que  se  uniesen  a  nosotros;  como  podían  sernos  de


           utilidad, no  quedaba otra opción sino construirles esas

           hileras  de  pequeños  apartamentos.  Al  menos  tienen

           comprobadores  chinos.  Y  es  más  fácil  construir  piezas


           que efectuar el montaje de robots completos.

              ‐Lo  que  pasa ‐dijo  Adams‐  es  que  hay  cinco  mil


           kilómetros de terreno cubierto de hierba entre mi casa y

           Nueva York, y todos los días tengo que sobrevolarlo dos

           veces.  A  veces  no  dejo  de  extrañarme  al  recordar  qué


           aspecto tenía aquello en los días anteriores a la guerra,

           antes de que los indujeran a meterse bajo tierra en esos

           tanques.


              ‐Si  no  lo  hubieran  hecho,  Adams,  ahora  estarían

           muertos.







                                                                                                              71
   66   67   68   69   70   71   72   73   74   75   76