Page 44 - Limbo - Bernard Wolfe
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una helada luz azul. Los extranjeros avanzaron
una corta distancia por terreno despejado, brazos
y piernas brillando como si contuvieran
enjambres de luciérnagas. Y ahora algo más: con
cada movimiento, un muy débil staccato de
sucesivos clics y clacs, un susurro casi inaudible,
como ramitas quebrándose.
Todos aquellos hombres tenían cuatro
miembros artificiales, siempre cuatro, pero los
superiores, los que habían abierto el camino a
través de la jungla, llevaban instrumentos
especializados en lugar de brazos derechos.
Algunos tenían lo que parecían ser lanzallamas, y
que un momento antes habían estado escupiendo
lenguas de fuego de cinco metros (los fagots);
otros tenían largas garras multiarticuladas en
cuyos extremos había montadas sierras circulares
de alta velocidad (las sopranos). Unos veinte de
aquellos hombres emergieron de la espesura.
Cuando se detuvieron, los que iban en cabeza se
quitaron los instrumentos de los muñones de sus
brazos, tomaron brazos normales de plástico que
colgaban de sus cinturones, y los encajaron en su
lugar en los vacíos alvéolos.
Se detuvieron en un grupo, inspeccionando el
poblado y a los nativos reunidos en un mortal
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