Page 399 - El Jugador - Iain M. Banks
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lugar encima de sus cabezas. Za retrocedió un par de
pasos.
‐‐Parece que se han traído la jodida artillería. ‐‐Movió
la cabeza señalando hacia la luz‐‐. Bien, maestro, ha
llegado el momento de salir a escena.
Entraron corriendo en el escenario y una luz tan
brillante como la del sol cayó sobre ellos. El macho que
estaba contoneándose en el centro del escenario les lanzó
una mirada de odio y el público empezó a protestar
ruidosamente. Un instante después la expresión del
rostro del artista de los morados pasó de la irritación a
una mezcla de sorpresa y perplejidad.
Gurgeh estuvo a punto de caer y se quedó tan inmóvil
como si se hubiera convertido en una estatua.
... y se encontró contemplando su propio rostro.
Sus rasgos estaban reproducidos al doble de su
tamaño natural en el arco iris de contusiones que cubría
el torso del azadiano. Gurgeh clavó los ojos en él, y supo
que su mueca de asombro debía ser tan aparatosa como
la visible en los rechonchos rasgos del artista.
‐‐No podemos perder el tiempo contemplando obras
de arte, Jernau.
Za tiró de él, le arrastró hasta el comienzo del
escenario y le empujó. Gurgeh oyó como saltaba detrás
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