Page 502 - El Jugador - Iain M. Banks
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Eugenesia paga una recompensa por cada cadáver, pero
hay algunas personas que les permiten seguir con vida y
les van blanqueando la piel a medida que crecen aun
sabiendo que cometen un crimen castigado con la pena
capital. Si alguna de estas personas creyera que habías
sido uno de esos bebés, y sobre todo teniendo en cuenta
que llevas la capa de un discípulo... Te despellejarían
vivo.
Gurgeh retrocedió con la cabeza gacha y se alejó
tambaleándose calle abajo.
La unidad le enseñó a las prostitutas ‐‐casi todas
hembras‐‐, que vendían sus favores sexuales a los ápices
durante unos cuantos minutos u horas de la noche.
Mientras recorrían las oscuras calles la unidad le contó
que había partes de la ciudad frecuentadas por los ápices
que habían perdido algún miembro y no tenían el dinero
suficiente para pagarse el injerto de un brazo o una pierna
amputadas a un criminal, y le dijo que esos ápices
vendían sus cuerpos a los machos.
Gurgeh vio muchos lisiados. Estaban sentados en las
esquinas vendiendo baratijas, tocando instrumentos que
emitían notas chillonas o chirriantes, y había muchos que
se limitaban a mendigar. Algunos estaban ciegos, otros
no tenían brazos o habían perdido las piernas. Gurgeh
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