Page 241 - La Nave - Tomas Salvador
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podía gritarle, reprocharle ásperamente, porque en


            virtud de su propio prestigio Hipo se mantendría


            en  sus  trece.  Y  buscó,  desesperadamente,  una


            solución.



               —Hipo...



               —Ése soy yo.



               —Si yo fuera curador de hombres, ¿sabes lo que


            haría?



               —No lo eres.



               —No, no lo soy.



               Se  estableció  una  tregua,  durante  la  cual  siguió


            buscando...



               —Bien, no lo eres; pero, dime, ¿qué harías?


               —Tendría orgullo de mi profesión —tanteó.



               —Yo lo tengo —respondió Hipo.



               —Haces bien; es una profesión hermosa y buena.


            El cuerpo de los hombres se estropea y el curador lo


            arregla; quiere nacer un niño y el curador ayuda a



            la madre y al niño...



               —Tienes razón...


               —Yo estaría orgulloso, te repito. Se acercaría a mí


            un  muchacho  con  un  gesto  de  dolor  y  se  lo



            cambiaría  por  otro  de  alegría...  Es  una  profesión


            buena.  Un  buen  curador  necesita  conocer  a  los


            hombres.  Y  conociendo  a  los  hombres,  Hipo,  un





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