Page 245 - La Nave - Tomas Salvador
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Ylus se horrorizó.



               —¿Con los muertos? ¿Lo sabe Mons?



               —¡No!  Necesito  estudiar;  ¿sabes?  —Hipo  se


            disculpaba—, para saber dónde están las venas, y el


            estómago, y... ¿Hago mal, Shim? Ellos ya no tienen


            dolor.



               —Haces bien, Hipo. Yo también he buscado en el


            cuerpo muerto de todos nosotros.



               Ylus, que, evidentemente, no comprendía, llevó la


            conversación a los cauces primitivos.



               —Shim dice que haces bien y yo callo. Pero, ¿no


            podrías hacer algo por él?



               Hipo  meditó,  o  hizo  como  que  meditaba


            profundamente. Tenía gusto por lo espectacular.



               —No sé, no sé... Pero a Tit, hijo de Brisco, le corté


            una pierna, y los hombres de Elio le hicieron unas


            ayudas  para  que  pudiera  andar.  En  los  brazos  es


            más  difícil,  pero  podría  hacerse.  Habla  con  Elio,


            Shim.



               —Lo haré.



               Y quedaron en silencio. Esperaban a Kalr; lo sabía,


            lo sabían todos. Podían marcharse, ignorarle; pero


            un  nuevo  sentido  de  la  responsabilidad  iba


            naciendo en todos. Él lo tenía, o bien era un riguroso



            sentido  del  orden.  Obraba  por  instinto.  En  cierto


            modo se estaba volviendo wit. Kalr habría de venir



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