Page 243 - La Nave - Tomas Salvador
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El silencio se fue llenando de palpitaciones. Hipo,


            congestionado, lo rompió, diciendo a sus hombres:



               —Traed al herido.



               Se  lo  acercaron;  lo  tendió  sobre  sus  piernas;


            examinó la herida... Ylus, a su lado, decía:



               —No resistas, Hipo; de verdad te digo que él es el


            mensajero  que  nos  prometió  el  Señor  de  los


            Símbolos.



               Y no oyó más, porque los heridos comenzaron otra


            vez  con  sus  tremendos  alaridos.  Sad,  a  su  lado,


            quiso colocarle otra vez la materia aislante. Se negó


            dulcemente.  Necesitaba  aquellos  alaridos  del


            hombre para encontrar al hombre en su dolor.







               Alan,  Tomi  y  dos  de  los  hombres  de  Ylus


            desaparecieron en la oscuridad. Con ellos iban los


            dos  kros.  Los  llevaban  otra  vez  a  las  cubiertas



            superiores.  En  unión  de  Sad,  Ylus  e  Hipo,  había


            permanecido viendo cómo se marchaban.


               —Déjame ver tus brazos —exclamó ásperamente



            el curador.



               —Como quieras, Hipo.


               Mientras  el  desconcertado  Hipo  maniobraba  en


            sus mutilados miembros, Ylus puso en palabras el



            pensamiento de todos:



               —Me gustaría ver la cara de Kalr cuando vuelva


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