Page 242 - La Nave - Tomas Salvador
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curador debe saber que todos los hombres son
iguales, que tienen el hígado en la misma parte del
cuerpo y el corazón en la mitad del pecho. Y que el
dolor ataca por igual al niño y al viejo, a la mujer y
al hombre, al kros y al wit. Un buen curador sólo
debe ver un enemigo: el dolor. El enfermo, el
herido, no es amigo ni enemigo; es el cuerpo donde
se ha metido nuestro enemigo. El curador no debe
dejar que el amor le produzca lástima ni el odio
indiferencia. Para él, los heridos no deben tener
rostro, ni nombre diferente; sólo uno, siempre uno:
Dolor. Si yo fuera curador, Hipo, nunca preguntaría
al enfermo su nombre, ni si era rico o pobre, si
blanco o negro, Le preguntaría: «¿Me necesitas?» Y
si me decía: «Sí», le diría: «Pues aquí estoy.» Y haría
más, Hipo: emplearía todos los días de mi vida en
buscar al Dolor en los escondrijos en que se agazapa
cuando no ataca; emplearía todos los días de mi vida
en enseñar mi ciencia a unos discípulos, a los cuales
daría una norma de vida: un curador no puede
hacer daño con el empleo de su ciencia, ni siquiera
cuando ignore la causa o el mal sea incurable; un
curador acudirá siempre a la llamada del
necesitado, aunque esté durmiendo, aunque esté
cansado, aunque esté enfermo él mismo. El hombre
que no fuere capaz de cumplir esta promesa podría
ser músico, cortador de «La Carne», jardinero; pero
no curador...
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