Page 247 - La Nave - Tomas Salvador
P. 247

quiero que nadie de la familia Ylus se asome a mis


            cámaras.»  Y  era  preciso  complacer  al  guerrero,


            porque el asunto de los cautivos se había aplazado,


            pero no resuelto.



               Kalr era un hombre alto, robusto, de enmarañados


            cabellos de color luz caliente. Sus vestiduras eran


            mucho más cortas que las de Ylus e Hipo, de modo


            que  apenas  le  cubrían  las  rodillas.  Calzaba



            sandalias; y un protector de metal le cubría la parte


            delantera  de  las  piernas  hasta  la  rótula.  En  las


            muñecas  llevaba  también protectores, y  uno  más,


            sobre  el  pecho,  atado  con  correas  a  la  espalda.  Y


            prendida a la cintura llevaba una espada, una hoja


            de acero afilada y corta. En vez de niños, llevaba a


            su servicio dos jóvenes, uno con las luces y el otro



            para  llevarle  el  escudo  y  la  espada.  En  aquella


            ocasión debía de haberse olvidado de quitarse los


            arreos y sudaba copiosamente.



               Cuando  esperaban  un  estallido  de  insultos  y


            reconvenciones, Kalr había aceptado la ausencia de


            sus cautivos con una extraña pasividad. De todas


            formas, Hipo remachó el asunto diciendo que los


            kros  se  habían  abierto  por  dentro,  a  causa  del


            miedo,  y  sus  carnes  se  habían  ensuciado  con  los


            excrementos. Kalr encontró plausible la explicación.



            Y  había  pedido  que  le  dejaran  al  extranjero:  «Lo


            estáis  estropeando  vosotros.  Shim  debe  aprender




                                                                                                           247
   242   243   244   245   246   247   248   249   250   251   252