Page 253 - La Nave - Tomas Salvador
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dijo.
—No estoy contento todavía —dijo el «gran
guerrero».
«Todavía podemos salvar la Nave», pensó. Y
aunque no tenía siquiera idea de lo que podría
hacer, sí intuyó lo que debía hacer: embargar
aquellas armas.
—No estoy contento, porque es difícil
construirlas. Faltan materiales, que es necesario
buscar por las cámaras y almacenes. Y no puedo
confiar en las otras familias. Por otra parte, necesito
instruir a mis hombres. Y yo mismo necesito
desarrollar una nueva forma de batallar. ¿Qué crees
tú que debo hacer?
Necesitaba ganar tiempo y ganarlo dentro de la
confianza de Kalr. No debía mentirle, porque el
guerrero tenía el instinto del combate, se llamase
ciencia o reflejos.
—Tu ventaja, Kalr, está en la lucha a distancia.
Tienes que aprender a no dejar que el enemigo se
acerque... Ahora bien, en los pasillos de la Nave esto
es difícil, porque son estrechos, cortos o llenos de
escondrijos. Tienes que estudiar la forma de atraer
al contrario al lugar donde mejor puedas hacer uso
de tu arma.
Kalr, con la admiración pintada en el rostro,
asintió.
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