Page 256 - La Nave - Tomas Salvador
P. 256

curiosos  y  se  desprendió  de  la  mujer.  Se  levantó


            como pudo y se oyó gritando:



               —¡Basta!



               Hubo  un  momento  de  desconcierto.  Los


            derribados  anteriormente  se  acercaron  para


            castigarle.  En  aquel  momento,  Kalr,  no  tan  loco


            como parecía, gritó también:



               —¡Basta!



               Cesaron  los  gritos  y  chillidos,  esperando  a  no


            dudar la reacción del padre de la familia, castigando


            al extranjero. Pero Kalr, en vez de castigar al tonto


            interruptor de la fiesta, dijo:



               —¡Basta, digo! ¿Qué vais a dejar para luego? Dejad


            en  paz  a  las  mujeres  y  respetad  el  kisy.  ¿Dónde


            están los truhanes?



               La multitud, caprichosamente, comenzó a gritar:



               —Natto, ¿dónde estás? ¡Natto..., Natto..., Natto...!



               Un wit, blanco y rojizo como todos, saltó al anillo


            de  los  cuerpos  postrados.  Fue  saludado  con  un


            alarido:



               —¡Natto!



               —Ése soy yo —dijo.



               Kalr, tomándole del brazo, lo acercó al sitial que


            ocupaba.



               —Ven  conmigo,  Shim,  y  no  te  sofoques





                                                                                                           256
   251   252   253   254   255   256   257   258   259   260   261