Page 265 - La Nave - Tomas Salvador
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Necesito respirar. Me duele la garganta tras haber


            escupido...



               —¿Es el canto?



               —¡Idiota, no! Escucha:



               »Bien o mal, dos modos


            de actuar en torno a tu muerte,


            junto al mar opresor


            esfúmate como un suspiro.



               Rey de tu corazón, en los días sin luz,


            ve llorando, hijo mío, a través


            de las almas de todos los hombres,


            hasta la inocente oscuridad


            y la culpable oscuridad y la buena



            muerte y la mala muerte, y entonces,


            en el último momento,


            vuela a la sangre de las estrellas .
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               Necesitó comprender primero, y luego el asombro


            se  le  aposentó  en  el  corazón.  ¿Cómo  podía  haber


            logrado  Natto  aquella  prodigiosa  síntesis  de  su


            problema, de su historia, de su presente, e incluso


            de  su  porvenir?  No  pudo  preguntárselo,  porque


            Natto se apoyó en una pared, comenzó a resbalar


            lentamente y cayó sentado, las ropas alborotadas, la



            cabeza caída, la respiración bronca, sucio, miserable


            y grandioso. Pensó, quizás equivocadamente, que





            1  Seiscientos años antes que Natto, un poeta llamado Dylan Thomas había dicho lo mismo, con las
            mismas palabras. De todas formas, fue una coincidencia de la cuarta dimensión, de la cual no se
            puede culpar a Natto.
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