Page 270 - La Nave - Tomas Salvador
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tan poco tiempo...
—Es un mensajero. Hipo, recuerda —decía Ylus.
—¡Cuernos! Ya podría tu Señor de los Símbolos
enviar otro mensajero más completo. Y más duro.
No pudo evitar una sonrisa, que fue advertida por
todos... La voz de Sad le llegó en seguida.
—¡Shim...!
—Ése soy yo —dijo, difícilmente, pero lo dijo.
—Bien —comentó Hipo—, ardo de curiosidad,
pero es mejor que le dejemos solo. Ylus, por tus
símbolos, cuídale un poco, porque en la próxima no
sabré qué hacer...
No abrió los ojos para no verse obligado a
responder las preguntas que indudablemente haría.
Esperó a que todos se fueran. Todos, menos Sad,
cuya proximidad presentía.
—¡Sad! —llamó.
—Ésa soy yo.
Abrió los ojos y la vio muy cerca. Hubiera deseado
tener manos para acariciar su cabello. Lo intentó
aun sin ellas. Sad respondió con una caricia que no
pudo rechazar. Pegó los labios a los suyos y le
comunicó su aliento, su alegría. Le besó, claro. No
podía rechazar aquella caricia...; estaba muy débil,
claro.
—No te asustes, Sad.
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