Page 366 - Triton - Samuel R. Delany
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caminando por entre las rocas.
Otro lacayo, pechos y caderas y pelo bronce mate,
estaba de pie junto a lo que parecía una cabina realzaego
de color verde, cuya cortina eran lentejuelas
multicolores. Bron apretó un billete pequeño en la palma
bronce mate.
—¿Por favor...?
Ella se volvió, corrió la cortina. El interior era de
esmalte blanco. El hombre que avanzó hacia ellos llevaba
el tradicional traje negro con solapas de seda negra, una
faja ancha negra y un pequeño lazo negro en el cuello de
su camisa blanca blanca.
—Buenas noches, señor Helstrom. —Avanzó unos
pasos, sonrió, hizo una inclinación de cabeza—. Buenas
noches, señora. —Sonrió, inclinó la cabeza a la Púa, la
cual, cogida ligeramente por sorpresa, dijo:
—Oh..., hola.
—Qué agradable verles esta noche. Nos sentimos
encantados de que hayan decidido venir. Déjenme
conducirles; por aquí... —Estaban caminando ya juntos
entre las primeras columnas de marmóreo verde—.
Veremos lo que podemos hacer acerca de hallarles una
mesa. ¿De qué humor están ustedes esta noche? ¿Agua?
¿Fuego? ¿Tierra? ¿Aire? ¿Quizás alguna combinación?
¿Qué es lo que prefieren?
Bron se volvió, le sonrió a la Púa.
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