Page 421 - Triton - Samuel R. Delany
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¿Otro  intruso?  Más  probablemente  alguien  que

           acababa de renunciar a la Divina Guía a cambio de poder


           ver  a  su  alrededor.  Bron  siguió  caminando,  su  voz

           perdida  en  la  resonante  maraña  de  sonido  de  su

           alrededor,  intentando  calibrar  su  lento  avance.  No


           conseguiría  quitarse  el  dolor  del  cuello  sin  tensar  la

           cabeza hacia arriba y (sospechaba) detenerse. Sus tobillos


           empezaban  a  dolerle  también.  Su  cadera,  de  todos

           modos,  estaba  mejor.  Y  su  Mimimomomizo...  había

           degenerado (se dio cuenta) a un Blablablablabla...


                Alguien al otro lado tropezó, se tambaleó hacia él; con

           los  ojos  aún  fuertemente  cerrados  (y  violando  algún

           canon  de  la  secta,  estaba  seguro),  aferró  los  huesudos


           hombros (Bron no estaba seguro de si pertenecían a un

           hombre  o  a  una  mujer)  para  ayudarle  a  mantener  el

           equilibrio.  Uno  de  ellos  estaba  húmedo,  caliente  y


           pegajoso; y su mano dudó en el momento de retirarse,

           mientras Bron se preguntaba cómo podía tener alguien


           unas vértebras tan nudosas.

                Por encima del rugir de los mantras ‐¿cuántos había

           en  el  grupo?  ¿Treinta?  ¿Cincuenta?  ¿Setenta  y  cinco?‐,


           otras voces gritaban también.

                Captó  la  frase  chillada:  «¡...mutilación  de  la  mente!


           Mutilación del cuerpo...». Las palabras: «... catástrofe...»

           y  «...  catástrofe  definitiva  del  séptimo  estadio...»  se

           destacaron de las demás. Y: «¡...pero la mutilación de la




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