Page 30 - Anatema - Neal Stephenson
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liso bajo la planta de mis pies que apenas podía sentirlo.
Podría haber encontrado el camino con los ojos cerrados,
limitándome a dejar que mis plantas leyeran los recuerdos
grabados en el suelo por los que habían pasado por allí
antes que yo.
El Claustro era una galería cubierta que rodeaba el jardín
rectangular. En el lado interno, nada lo separaba de los
elementos excepto las columnas que sostenían el techo.
Limitaban el otro lado muros con aberturas que daban
acceso a edificios como la Vieja Biblioteca, el Refectorio y
varias salas de tiza.
Cada objeto junto al que pasaba —los sujetalibros
tallados, las piedras encajadas para formar el suelo, los
marcos de las ventanas, las bisagras forjadas de las puertas
y los clavos fabricados a mano que las unían a la madera,
los capiteles de las columnas que rodeaban el Claustro, los
senderos y parterres del jardín— lo había diseñado hacía
mucho alguien muy listo. Algunos, como las puertas de la
Vieja Biblioteca, habían consumido la vida entera de
quienes los habían creado. Otros daban la impresión de
haber sido ideados en una tarde, sin esfuerzo, pero con tal
altavisión que habían sido celebrados durante cientos o
miles de años. Algunos estaban fundamentados en la pura
y simple geometría. Otros se deleitaban en las
complejidades y resultaban una especie de acertijo sobre
qué dictaba realmente sus formas. Otros representaban a
personas reales que en uno u otro momento habían vivido
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