Page 35 - Anatema - Neal Stephenson
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que Lio me estaba flanqueando con palabras—. ¿Por qué
no?
—¡Por accidente, por supuesto que pueden! Lo miras
desde arriba y dices: «Oh, sí, eso ha parecido flanquear.»
Pero si no hay un comandante que vea el campo de batalla
y dirija sus movimientos, ¿pueden realmente realizar
movimientos coordinados?
—Me recuerda un poco la Pregunta de Sante Taunga —
dije—. «¿Un campo lo suficientemente grande de
autómatas celulares puede pensar?»
—Bien, ¿puede?
—He visto a las hormigas cooperar para llevarse parte de
mi almuerzo, así que sé que pueden coordinar sus
acciones.
—Pero si yo soy una hormiga entre cien empujando una
pasa, puedo sentir el movimiento de la pasa, ¿no es así?…
Así que la pasa en sí es su forma de comunicarse. Pero si
soy una hormiga solitaria en un campo de batalla…
—Gorgojo, es Provenir.
—Vale —dijo, me dio la espalda y echo a caminar. Era
aficionado a dejar conversaciones a medias; tenía esa y
otras extrañas costumbres, por las que se había ganado la
reputación de no estar del todo cuerdo. Se había vuelto a
olvidar la esfera. La recogí y se la lancé. Le rebotó en la
parte posterior de la cabeza y voló directamente hacia
arriba. Él alargó una mano, sin apenas mirar, y la atrapó
cuando caía. Esquivé el campo de batalla porque no quería
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