Page 33 - Anatema - Neal Stephenson
P. 33

—¿Esperar a qué? ¿Qué haces?


            Señaló al suelo.

            Me agaché y miré. Muchos no se hubiesen arriesgado.

          Con la cabeza cubierta, fra Lio quedaba fuera de mi campo


          de visión. Se estimaba que era mejor mantener siempre a

          Lio en el rabillo del ojo, porque nunca se sabía cuándo le

          daría por dedicarse a la lucha libre. Yo había sufrido más


          golpes  de  cabeza,  estrangulamientos,  derribos  y

          sumisiones a manos de Lio de los que me correspondían,

          así  como  grandes  abrasiones  por  choques  contra  su


          cráneo. Pero sabía que en aquel momento no me atacaría

          porque  yo  estaba  manifestando  respeto  por  algo  que  él


          consideraba fascinante.

            Lio y yo habíamos sido recolectados diez años atrás, a los

          ocho años, como parte de una cosecha de niños y niñas,


          treinta  y  dos  en  total.  Durante  los  primeros  dos  años

          habíamos  observado  cómo  un  equipo  de  cuatro  fras


          mayores daban cuerda, cada día, al reloj. Un equipo de

          ocho sures hacía tañer las campanas. Posteriormente, a él

          y  a  mí  nos  habían  escogido,  junto  con  otros  dos  chicos


          relativamente robustos, para formar el siguiente equipo de

          dar cuerda al reloj. Igualmente, de nuestra cosecha habían

          escogido a ocho chicas para aprender el arte de tocar las


          campanas, proceso que exigía menos fuerza pero que en

          varios aspectos era mucho más complejo, porque algunos

          de  los  repiques  duraban  horas  y  exigían  concentración


          ininterrumpida.  Durante  más  de  siete  años  mi  equipo



                                                                                                            33
   28   29   30   31   32   33   34   35   36   37   38