Page 59 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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astronavegador y el Mayor Ostrow, nuestro médico militar.

                Morbius se adelantó y nos estrechó la mano. Su apretón

         de  mano  recordaba  en  mucho  al  de  un  joven.  Se  oyó  un

         tañido  detrás  nuestro  y  el  Robot  bajó  del  vehículo,  pasó


         junto a nosotros con su lento andar y, deteniéndose ante la

         puerta, se colocó a un costado de ella. Pude ver brillar una

         sola luz detrás de los agujeros de la cabeza.

                Morbius se sonrió.


                —Sus  modales  son  siempre  mejores  que  los  míos  —

         dijo—. Tengan la bondad de pasar, caballeros.

                Nos  guió  a  través  de  la  puerta  y,  después  que  la


         hubimos traspuesto, el Robot la cerró.

                Nos  encontramos  en  un  pequeño  recibidor,  fresco  y

         débilmente  iluminado.  Depositamos  nuestras  gorras  en


         algo parecido a una gran cómoda y seguimos a Morbius,

         pasando por una arcada a un gran salón, con ventanales a

         todo lo largo. El cristal de los mismos era sobrenaturalmente

         claro, de suerte que cuando miré el patio, los árboles y la


         piscina,  me  parecieron  resaltar  más  que  cuando  los  viera

         desde fuera.

                Nos  quedamos  de  pie,  juntos,  formando  un  trío  de

         aspecto tieso y contemplando a nuestro anfitrión. Este, en


         cambio,  parecía  estar  tan  cómodo  como  nosotros  lo

         contrario.

                —Por  favor,  tomen  asiento,  caballeros  —dijo—.





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