Page 171 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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»Debe tener en cuenta —le dije— que en aquella
otra historia no se había corregido el eje de la
Tierra ni su rotación. Los días y las noches todavía
batían sus alas sobre la Tierra, y el arco del Sol
todavía se movía entre los solsticios al paso de las
estaciones. Pero poco a poco percibí un cambio: a
pesar del aumento de velocidad, el paso de días a
noches había retornado, y se hacía más evidente.
—La rotación de la Tierra se hacía más lenta —dijo
Nebogipfel.
—Sí. Finalmente, el día se extendía durante siglos.
El Sol se había convertido en una cúpula que
brillaba, inmensa y furiosa, con menos calor. En
ocasiones, se incrementaba su luminosidad; unos
espasmos que recordaban su antiguo brillo. Pero
siempre volvía a su hosco color carmesí.
»Reduje mi marcha en el tiempo.
»Cuando me detuve, me encontraba en un paisaje
que podría haber sido marciano. El enorme Sol
inmóvil colgaba del horizonte; y en la otra mitad
del cielo todavía brillaban las estrellas. Las rocas
esparcidas por la tierra eran de un color rojo
virulento, pero estaban manchadas de verde
intenso, como de líquenes, en todas sus caras que
daban al oeste.
»La máquina descansaba en una playa muy cerca
de un mar, tan quieto que podría estar cubierto de
vidrio. El aire era frío, y ligero; me sentí como si
flotase sobre una gran montaña. Ya poco quedaba
de la topografía del valle del Támesis; supuse que
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