Page 115 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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Luego el ataque se apoderó del Shan. Se puso rígido, per‐


        dió su apoyo en la silla y cayó al suelo. Siddhartha corrió a

        su lado. Había pequeños flecos de espuma en las comisuras

        de su boca, y las pupilas de sus ojos habían desaparecido


        bajo sus párpados superiores.

           –¡Epiléptico! –exclamó el príncipe–. Pretendían darme un


        cerebro dañado.

           Los otros se agolparon a su alrededor y ayudaron al prín‐

        cipe a sujetar al Shan hasta que pasó el ataque y recuperó


        los sentidos.

           –¿Q...que ha ocurrido? –preguntó.

           –Una traición –dijo Siddhartha–. Una traición, oh Shan de


        Irabek. Uno de mis hombres te llevará ahora a mi médico

        personal para que te examine. Una vez hayas descansado,


        te sugiero que presentes una protesta ante la sala de lectura

        de  Brahma.  Mi  médico  te  cuidará  en  la  hostería  de

        Hawkana, y luego podrás irte. Lamento que haya ocurrido


        todo esto. Probablemente todo se arreglará. Pero si no, re‐

        cuerda el último asedio de Kapil y considera que estamos

        empatados. Buenas tardes, hermano príncipe. –Le dirigió


        una inclinación de cabeza, y sus hombres ayudaron al Shan

        a montar en el bayo de Hawkana, que Siddhartha había to‐

        mado prestado antes.


           Montando en la yegua, el príncipe observó su partida,

        luego se volvió a los hombres que le rodeaban y habló con


        voz lo suficientemente alta como para ser oído por aquellos

        que aguardaban fuera del camino:







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