Page 116 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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–Vamos a entrar los nueve. Cuando oigáis dos sones de
cuerno, los demás nos seguiréis. Si se resisten, hacedles sa‐
ber que es más aconsejable la prudencia, ya que otros tres
sones de cuerno traerán aquí a los cincuenta lanceros que
aguardan en las colinas, si es necesario. Se trata de un pa‐
lacio de paz, no de una fortaleza donde se libren batallas.
Tomad prisioneros a los Maestros. No dañéis su maquina‐
ria ni permitáis que otros lo hagan. Si no se os resisten,
tanto mejor. Si lo hacen, deberemos recorrer el palacio y la
Mansión de los Maestros del Karma como lo haría un niño
pequeño sobre un extenso y elaborado hormiguero. Buena
suerte. ¡Que los dioses no os acompañen!
Y, haciendo dar la vuelta a su caballo, siguió camino
arriba, con los ocho lanceros cantando suavemente a sus
espaldas.
El príncipe cruzó la amplia doble puerta, que permanecía
abierta y sin guardia. Empezó a preguntarse inmediata‐
mente sobre las defensas secretas que a Strake podían ha‐
berle pasado por alto.
El patio estaba ajardinado y parcialmente enlosado. En
una amplia zona del jardín había algunos sirvientes po‐
dando, limpiando y cultivando. El príncipe buscó empla‐
zamientos de armas y no vio ninguno. Los sirvientes alza‐
ron la vista hacia ellos cuando entraron, pero no detuvie‐
ron su trabajo.
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