Page 41 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
P. 41
–Entonces rezaré un poco mientras espero a que llegue el
momento –dijo Aram–. Gracias.
Los dos hombres inclinaron ligeramente sus cabezas, y
Aram entró en su celda.
Aquella tarde, Aram asistió a la hora de la comunidad de
los monjes. Durante aquel tiempo las dos órdenes se mez‐
claban y entablaban conversación. Sam no asistió, ni tam‐
poco Tak, y Yama nunca asistía en persona.
Aram se sentó a la larga mesa del refectorio, frente a va‐
rios de los monjes del Buda. Habló con ellos durante algún
tiempo, discutiendo de doctrina y práctica, casta y credo,
tiempo y asuntos del día.
–Parece extraño –dijo al cabo de un momento– que los de
tu orden hayáis llegado tan lejos y tan repentinamente al
sur y al oeste.
–Somos una orden errante –respondió el monje al que se
había dirigido–. Seguimos la dirección del viento. Segui‐
mos nuestros corazones.
–¿A la región del suelo herrumbroso en la estación de los
rayos? ¿Acaso se prepara alguna revelación por las inme‐
diaciones, con cuya contemplación pudiera yo ensanchar
mi espíritu?
–Todo el universo es una revelación –dijo el monje–. Todo
cambia y, sin embargo, todo permanece. El día sigue a la
noche, cada día es diferente y, sin embargo, es un día. Gran
parte del mundo es ilusión, pero las formas de esa ilusión
siguen un esquema que es parte de la divina realidad.
41

