Page 42 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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–Sí, sí –dijo Aram–. En lo que a formas de ilusión y reali‐
dad se refiere estoy muy versado, pero con mi pregunta lo
que quería saber en realidad era si por azar había surgido
un nuevo maestro en estas inmediaciones, o había vuelto
alguno de los viejos, o quizá se había producido alguna
manifestación divina de cuya presencia pudiera aprove‐
charse mi alma.
Mientras hablaba, el mendigo barrió de encima de la
mesa, ante él, un escarabajo rojo que se arrastraba lenta‐
mente, del tamaño de la uña del pulgar, y giró su sandalia
como para aplastarlo.
–Espera, hermano, no le hagas daño –dijo el monje.
–Pero están por todas partes, y los Maestros del Karma
han afirmado que un hombre no puede reencarnarse en un
insecto, y que por lo tanto matar un insecto es un acto kár‐
micamente intrascendente.
–De todos modos –dijo el monje–, toda vida es una, en
este monasterio todos practicamos la doctrina del ahimsa y
nos reprimimos de eliminar la vida en ninguna de sus ma‐
nifestaciones.
–De todos modos –dijo Aram–, Patanjali afirma que es la
intención, antes que el acto, lo que importa. En consecuen‐
cia, si mato con amor antes que con malicia, es como si no
hubiera matado. Confieso que éste no era el caso y que ha‐
bía malicia presente..., por lo cual, aunque no mate, tengo
que cargar con el peso de la culpabilidad debido a la pre‐
sencia de esa intención. Así que puedo pisarlo y no seré
peor por ello, de acuerdo con el principio del ahimsa. De
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