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la Córdoba industrial. Identificaciones y transmisiones que los resguardaron del sinsentido o la
                 desesperanza del barrio desempleado, ofreciéndoles anclajes identitarios y sociales para transitar
                 la adolescencia.
                        En  la  investigación  nos  preguntábamos  por  ausencias  escolares,  pero  encontramos
                 significativas presencias en la vida de los chicos. Al mismo tiempo, se descubría para la escuela una
                 puerta para pensar de otro modo sus problemas y considerar si estas experiencias encontrarían o
                 no un lugar en el establecimiento.
                        Un cuarto relato, surgido en el marco de la extensión, se refiere al trabajo entre un Sitio de
                 Memoria -ex campo clandestino de detención y exterminio durante la dictadura cívico militar en
                 Córdoba- y escuelas secundarias. El Sitio de Memoria “Campo de la Ribera” está ubicado en una
                 zona problemática y vulnerable de la ciudad de Córdoba. Convoca cada año a profesores de escuelas
                 secundarias y organizaciones sociales a participar del Programa “Jóvenes y Memoria. Recordamos
                 para el futuro”, iniciativa que a nivel nacional impulsa la Comisión de la Memoria de La Plata.
                        En ese marco, y con el acompañamiento de nuestra Facultad, se ofrece formación a los
                 docentes y se invita a que se conforme un equipo de jóvenes integrado de modo voluntario, para
                 desarrollar un proyecto de investigación sobre problemáticas de derechos humanos, orientado
                 hacia  la  reconstrucción  de  memorias  locales,  con  la  meta  de  compartir  el  producto  de  esa
                 investigación en la institución y en la comunidad. La propuesta incluye encuentros entre los jóvenes
                 y espacios de trabajo con los docentes a lo largo del año para poner en común la experiencia y
                 discutir sus contenidos.
                        Desde hace cinco años, han acudido diversas escuelas de sectores populares, grupos de
                 estudiantes de los Programas de Inclusión y Terminalidad Secundaria (PITS 14-17), integrantes de
                 talleres  de  los  Centros  de  Actividades  Juveniles,  y  grupos  de  jóvenes  que  cursan  primaria  y
                 secundaria para adultos.
                        Los  docentes  nos  hablan  del  modo  en  que  se  va  dando  cabida  al  proyecto  en  las
                 instituciones, cómo se logra articular la iniciativa con los espacios curriculares, con tiempos y áreas
                 susceptibles de ser redefinidos y recuperados para esta labor, y nos cuentan de las situaciones
                 conflictivas que enfrentan, a veces con los equipos directivos, a veces con las familias y el entorno
                 local, por la naturaleza y contenidos de los proyectos.
                        En esos relatos, los docentes, bibliotecarios, preceptores, talleristas, directivos, según los
                 casos,  dan  cuenta  de  procesos  complejos  en  las  escuelas  periféricas,  de  novedosos  formatos
                 escolares  emergentes,  de  momentos  educativos  gestados  por  fuera  del  aula,  con  muy  dispar
                 aceptación entre sus propios compañeros docentes, a menudo con descalificaciones a ellos mismos
                 por ser los “profes de los desahuciados” o de los “negritos de la villa”.
                        Al mismo tiempo, nos hablan de los modos en que tomaron e imaginaron la propuesta del
                 Sitio  de  Memoria  para  encauzarla  en  sus  establecimientos.  Aparecen  las  ideas,  el  trabajo  y  el
                 empeño puesto, sin que medie otro estímulo que una invitación del Sitio de Memoria, la formación
                 por parte de la Facultad y, a veces, el apoyo de los directivos.
                        Un horizonte de experiencias nuevas se abre de la mano del Campo de La Ribera: no se trata
                 sólo de enseñar en la clase de historia, se trata de ponerse en contacto con esa nueva institución en
                 la vida social, para situarse de otro modo frente a los Derechos Humanos, el pasado reciente y el
                 protagonismo juvenil, al ofrecer a los chicos una participación a la que no están acostumbrados y
                 que les cuesta sostener.
                        Nuestra investigación afronta el desafío de alojar, en el trabajo conceptual y metodológico,
                 a esos sujetos empeñados en poner a circular algo distinto en las escuelas y las comunidades.
                        En definitiva, queremos llamar la atención acerca de la necesidad de abrir la mirada a estos
                 sujetos  y  colectivos  inquietos,  a  estos  saberes  disponibles,  a  procesos  que  interpelan  las
                 herramientas metodológicas y los conocimientos que construimos. Y comprenderlos también en los
                 escenarios complejos y controvertidos en los que se encuentran.

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